Los jóvenes beben menos vino, pero el sector celebra el cambio

Los jóvenes beben menos vino, pero el sector celebra el cambio
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Los jóvenes beben menos vino, pero eso puede ser una buena noticia para el futuro del sector

En este complejo año 2025, marcado por condiciones climáticas difíciles, enfermedades en los viñedos, tormentas de granizo y bodegas llenas de stock sin vender, se suma una preocupación adicional: los jóvenes están bebiendo menos vino. En un entorno de incertidumbre, guerras arancelarias y aumento de impuestos por leyes anti-alcohol, esta tendencia parece alarmante. Pero ¿y si en realidad no lo fuera?

Una generación que exige más verdad y propósito

Si el vino tiene futuro, y nuestros hijos no terminan viendo una botella como hoy vemos un cenicero, será porque el vino logrará conectar con una generación que busca autenticidad, verdad y propósito. Esta es la oportunidad que el sector vinícola debe aprovechar.

¿Realmente los jóvenes ya no beben vino o estamos interpretando mal los datos?

Las soluciones actuales giran en torno a vinos bajos en calorías, bajos en alcohol y nuevas estrategias de comunicación. Sin embargo, como señala el experto en destilados François Monti, muchas de las narrativas sobre el consumo de vino por parte de jóvenes se basan en muy poca evidencia.

Un informe reciente de Rabobank analiza esta tendencia con mayor profundidad. Indica que muchos miembros de la Generación Z aún no tienen edad legal para beber, por lo que su consumo actual no puede compararse directamente con el de generaciones anteriores. A medida que envejezcan y alcancen una mejor estabilidad económica, su consumo de vino podría igualar el de otras generaciones.

Una cuestión de edad, ingresos y prioridades

Como bien dice el Master of Wine Pedro Ballesteros: “Que dejen a los jóvenes ser jóvenes y ganarse la vida, que al vino ya llegarán”. El informe también destaca que, aunque los jóvenes ganan menos dinero, destinan un porcentaje similar de sus ingresos al ocio y consumo que otras generaciones.

Más allá de la cantidad: el vino como experiencia social auténtica

Honore Comfort, vicepresidenta de Marketing Internacional del Wine Institute en California, ha investigado los hábitos de consumo de los jóvenes. En conversación con Pauline Vicard en el podcast de Areni Global, señala que el vino nunca ha sido muy popular entre los veinteañeros, pero el interés crece con la edad.

Lo más importante es entender que esta generación socializa y aprende de forma diferente. Buscan conexiones reales y significativas. El vino, al ser parte de rituales sociales como una cena o una reunión entre amigos, ofrece precisamente eso: una experiencia cara a cara.

De un consumo rutinario a un consumo ritual y consciente

El consumo de vino se está transformando. Ya no se trata de beber por costumbre, como los tradicionales txikiteros que iban de barra en barra, sino de un consumo más intencional y deliberado. El vino seguirá siendo relevante si se adapta a esta nueva forma de consumo: menos frecuente, pero más significativo.

El vino en una sociedad que necesita volver a conectar

Vivimos tiempos en los que los valores humanos cobran un nuevo sentido. El vino, como símbolo de convivencia, aprendizaje y cultura, puede encontrar un lugar destacado si se alinea con esos valores.

Elisa Errea, CEO de The Wine Studio y The Human Studio, señala que hoy más que nunca necesitamos conectar con lo humano. El vino siempre ha estado ligado a esos valores: brindar para celebrar, para cerrar un trato, para compartir. En cada copa hay una oportunidad de crear vínculos y aprender sobre geografía, ciencia, historia y cultura.

Un cambio de paradigma en el sector vitivinícola

En lugar de preguntarnos cómo vender más vino a los jóvenes, deberíamos preguntarnos qué papel queremos que tenga el vino en la sociedad del futuro. Durante años, el sector priorizó la cantidad sobre la calidad, reestructurando viñedos para producir más barato. Hoy, con un mercado saturado, esta estrategia ha demostrado sus límites.

Es tiempo de repensar el modelo: apostar por un sector sostenible, atractivo y auténtico, que no dependa solo del volumen, sino que promueva el vino fino, ese que aporta identidad, cultura y experiencia.

Bebamos menos, pero bebamos mejor

La disminución en el consumo de vino por parte de los jóvenes no es necesariamente una amenaza, sino una invitación a repensar el futuro del vino. Si sabemos escuchar, si entendemos lo que esta generación busca —verdad, autenticidad y conciencia—, el vino podrá seguir siendo un símbolo poderoso de conexión humana.

En un mundo que necesita volver a lo esencial, brindemos por el cambio. Bebamos menos, sí, pero bebamos mejor.

Valentina Rodríguez