La Furia de Raymond: Crónica de la Devastación y Tragedia en la Sierra Norte de Puebla

El paso de la Tormenta Tropical Raymond, un fenómeno que nunca tocó tierra poblana, desató una catástrofe histórica. Lluvias torrenciales, deslaves y una estela de muerte y aislamiento son el saldo de uno de los desastres naturales más severos en la memoria reciente del estado.
El Rostro de la Tragedia: La Sierra Norte Bajo el Agua
El amanecer del 10 de octubre de 2025 no trajo luz a la Sierra Norte de Puebla, solo la confirmación de una pesadilla tejida por más de 24 horas de lluvia incesante. En Huauchinango, el agua y el lodo redibujaron el paisaje, borrando casas, caminos y vidas. Las familias que lo perdieron todo emergían de los albergues con la mirada perdida, aferrándose a la única certeza que les quedaba: la ropa que llevaban puesta.
En el municipio vecino de Naupan, la situación era aún más desesperada. Aislados del mundo por el colapso de sus cuatro principales vías de acceso, los pobladores lanzaban un grito de auxilio: “Las familias están atrapadas, sin recursos y con miedo de que haya más deslaves. Pedimos el apoyo urgente del Gobierno del Estado, Protección Civil y SEDENA”.
Esta era la cruda realidad en el epicentro de una catástrofe que, aunque de alcance nacional, tuvo su zona cero en las cañadas y laderas de la sierra poblana.
Anatomía de un Asesino a Distancia: El Avance de ‘Raymond’
Contrario a lo que podría pensarse, la devastación no fue producto del impacto directo de un huracán. La Tormenta Tropical Raymond se desplazó a cientos de kilómetros, paralela a la costa del Pacífico. Sin embargo, su amplia circulación actuó como una gigantesca bomba de humedad.
Sus bandas nubosas succionaron agua del océano y la transportaron tierra adentro. Al chocar contra la barrera natural de la Sierra Madre Oriental, esta masa de aire húmedo fue forzada a ascender, enfriarse y descargar precipitaciones históricas. Este fenómeno, conocido como elevación orográfica, explica las cifras récord:
- Huauchinango: 487 mm de lluvia acumulada.
- Xicotepec de Juárez: 468.9 mm de lluvia acumulada en tres días.
Raymond se convirtió en un asesino a distancia, cuya letalidad no radicaba en su núcleo, sino en sus brazos extendidos que exprimieron nubes sobre las regiones más vulnerables de Puebla, Hidalgo y Veracruz.
Puebla en el Epicentro: La Numeralia del Desastre
Mientras la tormenta generaba alertas en la costa, su impacto más devastador se materializaba en Puebla, acumulando la mayor parte de las pérdidas humanas y materiales. Las cifras oficiales pintan un cuadro desolador:
- Personas Fallecidas: 9
- Personas Desaparecidas: Entre 8 y 13
- Municipios Afectados: 38
- Viviendas Afectadas: Aproximadamente 16,000
- Deslizamientos y Deslaves: 83
- Tramos Carreteros Dañados: 29
- Usuarios sin Energía Eléctrica: Más de 26,400
- Refugios Temporales Habilitados: 83
Los 83 deslaves fueron el principal mecanismo de destrucción, sepultando hogares, cobrando vidas y dejando a 66 localidades completamente incomunicadas.
Radiografía del Desastre: Municipio por Municipio
La devastación se concentró con especial virulencia en varias comunidades:
- Xicotepec de Juárez: Enfrentó una crisis multifacética. El desbordamiento del río San Marcos inundó colonias y comprometió el hospital. Un deslave provocó la ruptura y explosión de un ducto de PEMEX, contaminando el río con hidrocarburo. Además, el zoológico local colapsó, desatando otra crisis.
- Huauchinango: Considerada una de las zonas más golpeadas, sufrió deslaves masivos que arrasaron viviendas en las colonias Nuevo Monterrey y El Mirador. La infraestructura crítica colapsó cuando el Hospital del IMSS se inundó, afectando urgencias y farmacia en el momento más crítico.
- Tlacuilotepec y Pahuatlán: Vivieron la letalidad directa de los aludes. En Tlacuilotepec, un adulto mayor falleció al desgajarse un cerro sobre su casa y el puente que conectaba con Veracruz colapsó. En Pahuatlán, la angustia se centraba en la búsqueda de cinco desaparecidos.
- Naupan: Emblemático del aislamiento extremo. Sus cuatro accesos quedaron bloqueados, dejando a sus habitantes sin luz, agua y con el panteón municipal parcialmente destruido por un alud.
El Tigre de Xicotepec: Símbolo Inesperado de la Catástrofe
En medio del caos, un suceso en Xicotepec capturó la atención nacional: la fuga de un tigre de Bengala. La crecida del río San Marcos destruyó parte de las jaulas del Parque Animalia, propiedad del alcalde Carlos Barragán Amador. Fue el propio edil quien emitió la alerta, pidiendo a la población resguardarse de la fiera de 130 kg.
Tras un intenso operativo de búsqueda, el desenlace fue trágico. El tigre fue hallado sin vida, arrastrado y ahogado por la misma corriente que destruyó su jaula. De ser un símbolo de peligro, el animal se convirtió en una víctima más de la indiscriminada fuerza de la tormenta, un recordatorio de que, ante la furia de la naturaleza, todos son vulnerables.
La Respuesta Institucional y el Reto de la “Última Milla”
La respuesta de los tres niveles de gobierno se activó de inmediato. El gobernador Alejandro Armenta recorrió las zonas afectadas, mientras que a nivel federal se activó el Plan DN-III-E y el Plan Marina.
Sin embargo, surgió una dolorosa desconexión entre la movilización oficial y la experiencia de los damnificados. Comunidades como Naupan suplicaban por una ayuda que no llegaba. El problema no fue la falta de voluntad, sino un desafío logístico monumental: la catástrofe había destruido los caminos para resolverla. Los deslaves y puentes colapsados convirtieron la “última milla” en un abismo infranqueable para los equipos de rescate.
El Día Después: Lecciones Desde una Sierra Herida
Cuando la lluvia cesó, la Sierra Norte enfrentó un panorama de desolación. La reconstrucción de 29 tramos carreteros y puentes es la prioridad para reconectar a las comunidades, pero la lección más importante es que no basta con reconstruir; es imperativo hacerlo mejor.
La tragedia de Raymond deja preguntas críticas sobre los sistemas de alerta temprana, los reglamentos de uso de suelo y la necesidad de una infraestructura más resiliente. La historia de esta tormenta no es solo la crónica de un desastre; es una advertencia sobre la peligrosa intersección del cambio climático, una geografía expuesta y una vulnerabilidad social que convierte la lluvia en muerte. Ignorar estas lecciones garantizaría la repetición del dolor en el futuro.