Webb detecta posibles señales de vida en el exoplaneta K2-18b

Un equipo internacional de astrónomos, encabezado por Nikku Madhusudhan de la Universidad de Cambridge, detectó señales químicas asociadas a procesos biológicos en la atmósfera del exoplaneta K2-18b, ubicado a 124 años luz de la Tierra. El hallazgo se logró con el telescopio espacial James Webb y fue revelado este 16 de abril, en lo que podría representar un avance crucial en la búsqueda de vida extraterrestre.
Un hallazgo sin precedentes
Gracias a los instrumentos infrarrojos del telescopio James Webb, los científicos identificaron concentraciones elevadas de dimetilsulfuro (DMS) y disulfuro de dimetilo (DMDS) en la atmósfera de K2-18b, compuestos que, en la Tierra, solo son producidos por organismos vivos, especialmente el fitoplancton marino.
Además, el equipo ya había confirmado en 2023 la presencia de metano y dióxido de carbono, elementos basados en carbono que refuerzan la hipótesis de un entorno potencialmente habitable.
“Lo que hemos hallado por el momento son indicios de una posible actividad biológica fuera del Sistema Solar. Francamente, creo que esto es lo más cerca que hemos estado de observar una característica que podemos atribuir a la vida”, declaró Madhusudhan.
¿Qué es K2-18b?
K2-18b es un exoplaneta clasificado como sub-Neptuno: tiene 8.6 veces la masa de la Tierra y 2.6 veces su diámetro. Se encuentra en la constelación de Leo y orbita una estrella enana roja en la llamada zona habitable, es decir, a una distancia que permitiría la existencia de agua líquida.
Los astrónomos consideran que este mundo podría pertenecer a la categoría de planetas hicéanos, aquellos que tienen un océano global cubierto por una atmósfera rica en hidrógeno.
Precaución ante la emoción
A pesar del entusiasmo, los investigadores llaman a la cautela. El nivel de confianza estadística es del 99.7%, por lo que aún existe un margen de error. Además, no se descarta que estos compuestos puedan generarse por procesos no biológicos en condiciones aún desconocidas.
“Debemos repetir las observaciones para confirmar la señal y explorar otros escenarios que no impliquen vida”, advirtió Madhusudhan.
Expertos como Raymond Pierrehumbert, de la Universidad de Oxford, sugieren que K2-18b podría ser demasiado caliente para sustentar vida, posiblemente cubierto por océanos de lava.
Un paso hacia la respuesta a una pregunta milenaria
Con este avance, la comunidad científica se acerca a resolver una de las preguntas fundamentales de la humanidad: ¿Estamos solos en el universo? Aunque los resultados aún no son concluyentes, la investigación marca un punto de inflexión en la astrobiología observacional, abriendo la puerta a futuras exploraciones con tecnologías cada vez más precisas.
“Este podría ser el punto crucial, donde de repente la cuestión fundamental de si estamos solos en el universo será algo que podamos responder”, concluyó Madhusudhan.